Querido diario: te cuento de “La Saturiada”, nueva fiesta de la cultura soriana. Celebración de “El Santero de San Saturio”, y homenaje a su autor, el historiador y crítico de arte, Juan Antonio Gaya Nuño. Uno de los tres libros -junto a “Campos de Castilla” de Antonio Machado y “Soria Sucedida” de Gerardo Diego- que mejor nos proyectan. Libro de esencias que muchas ciudades del mundo envidian a Soria. Agotado, el Ayuntamiento va a reeditarlo. En sus páginas, Gaya retrata con humor una tierra y un pueblo con los que se identifica: Soria. Su argumento: la ermita de San Saturio recibe a un nuevo santero, un hombre nacido en Tardelcuende que bajo su barba y sayal esconde su propia historia. Tras un cuarto de siglo alejado de su provincia natural, el protagonista regresa a Soria con un equipaje compuesto por obras de Proust, Sartre, Santa Teresa y Valle-Inclán. A través de sus experiencias en la ermita, el personaje irá describiendo los paisajes y gentes que conoció en su niñez.
De aquí que el programa del ritual festivo consista en asistir al nuevo santero en su nombramiento, toma de posesión de la ermita y posterior andorreo por las calles de la ciudad, con 12 paradas para la lectura y aportaciones que contextualizan los lugares donde tiene lugar la acción. Una ruta literaria urbana, participativa. Apropiándonos de la ciudad como escuela de ciudadanía.
Esta fiesta se inspira en la “Bloomsday” de Dublín, homenaje al “Ulises” de James Joyce, y en “Las noches de Max Estrella”, en honor de “Luces de Bohemia” de Valle-Inclán. Será al atardecer del 23 de abril, que es, a su vez, fiesta del libro y día de Castilla y León. Anima a la lectura y al reencuentro con nuestras raíces por lo que abunda y no daña. Es fiesta de la imaginación, de creadores, músicos y pintores. Como botones de muestra: el “Rap de “La Saturiada” en lo literario; el pasodoble de Viente Ruiz “el Chinche” de acompañamiento musical y los paraguas como lienzos para escritos y pintadas. Se trata de un proyecto ambicioso que necesita del público, que pretende tener continuidad en el tiempo. Para ello hay que regarlo y trabajarlo entre todos, para que florezca multiplicado en cada abril, por cada primavera.
José María Martínez Laseca
(18 de abril de 2013)
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