sábado, 3 de noviembre de 2012

Desahucios, todo un drama

La construcción ha sido impulsora de nuestro crecimiento, generando riqueza y empleo y haciendo posible el denominado “milagro español”. Eso nos ha llevado, según dicen, a vivir por encima de nuestras posibilidades. Empero, al cáncer de la crisis económica -a la que se aplican terapias ultraliberales de austeridad a ultranza y brutales recortes del Estado de Bienestar- se le ha añadido aquí el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, lo que está generando efectos nocivos sobre la ciudadanía. Pretenden estimular la productividad y la competitividad, pero para pagar las deudas se están exigiendo préstamos muy caros. Cada vez son más los hogares en los que nadie tiene trabajo y, en consecuencia, suficientes ingresos para llegar a fin de mes, pagando la comida, el agua, la luz y la hipoteca.
Todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna, reza el artículo 47 de nuestra Constitución, pero las dificultades económicas les impiden amortizar las hipotecas de sus casas en las que invirtieron sus ahorros. Una ley hipotecaria de 1909 sobreprotege a los bancos que, al ejecutarlas, arrojan a la calle y a la ruina a las familias que no pueden saldar su deuda mediante la dación en pago. Así, 350.000 familias han perdido su vivienda en los tres últimos años, lo que empeorará en los sucesivos si no se frena. Resulta, pues, irónico que salvemos a los bancos con la deuda pública del Estado mientras que estos demandan los desahucios a familias desesperadas, que se ven condenadas a la exclusión social. Las páginas de sucesos constatan tales dramas.
¿No saben las instituciones que su función consiste en mejorar las condiciones de vida de la gente? ¿Acaso no es este un problema importante? Recién, el Consejo General del Poder Judicial se desentendía de un informe contra la manera en que se ejecutan los desahucios en España. El 15-M ha sido pionero en salir a la calle exigiendo el stop a los desahucios, la dación en pago retroactivo y el alquiler social. Ahora el PSOE, tras lamentar su anterior dejadez, ha tramitado en el Congreso una Proposición de Ley al respecto. Yo todavía recuerdo con emoción el poema “El embargo” de Gabriel y Galán que empezaba: Señor juez, pase usted más alante...
José María Martínez Laseca
(1 de noviembre de 2012)

No hay comentarios :

Publicar un comentario