Aunque días atrás agencias difundieran tan triste noticia, esta se vio eclipsada por otras como la tragedia de la macrofiesta electrónica celebrada en la noche de Halloween -haciendo risa y burla de la muerte- en el Madrid Arena, y la primeriza paternidad del futbolista azulgrana Messi. Fue, precisamente, el día de difuntos. A los 86 años, fallecía uno de los mejores de los nuestros, pese a que nunca se le otorgara el premio de las letras de Castilla y León. Se trataba del profesor zamorano Agustín Carcía Calvo. Un pensador libre e independiente. Poeta, dramaturgo y ensayista. Intelectual inclasificable, entre otras cosas uno de los más grandes clasicistas del siglo XX. Siempre provocador, radical y consecuentemente hostil al sistema. Su copiosa y fecunda obra era acogida con una sorprendente conspiración de silencio por los medios que el mismo llamaba “de formación de masas”. Eso a pesar de haber sido galardonado por tres veces con los Premios Nacionales de Ensayo, de Literatura Dramática y Traducción.
Ha muerto uno de los críticos inmisericordes contra la estupidez en que todos nos movemos ("Vendrán más años malos y nos harán más ciegos", ya nos lo advirtió Rafael Sánchez Ferlosio). Él fue uno de los catedráticos perseguidos por el régimen franquista y apartado de la cátedra debido a las revueltas estudiantiles de febrero de 1965. Inconfundible en su aspecto físico entre cantautor y asaltante de caminos. A la hora del fútbol, los miércoles, tenía su tertulia en el Ateneo de Madrid. Como uno más participaba en la Puerta del Sol del movimiento de indignados del 15-M. Siendo su Presidente Joaquín Leguina, compuso el himno de la Comunidad de Madrid (“Yo estaba en el medio: / giraban las otras en corro, / y yo era el centro”) por el simbólico precio de una sola peseta,. Os confieso que a mí seguirá conmoviéndome el escuchar su entrañable letra de “Libre te quiero” (“…Pero no mía / ni de Dios ni de nadie / ni tuya siquiera.”) entonada por Amancio Prada. Sobre tu tumba escribo estos versos de Tomas Tranströmer a modo de respetuoso epitafio de despedida: “En la mitad del bosque hay un claro inesperado que sólo puede ser encontrado por aquellos que se han perdido”.
José María Martínez Laseca
(8 de noviembre de 2012)
No hay comentarios :
Publicar un comentario