Lo traigo aquí a cuento porque han pasado cincuenta años –que es una cifra redonda– de aquello. Y porque tiene por protagonista principal a mi muy querida –lo es mucho más aún en la medida en que voy profundizando en su vida y milagros literarios– Concha de Marco. Y porque el recinto espacial donde aconteció fue el histórico Instituto de Segunda Enseñanza de Soria, en el que yo ejercí como profesor de lengua española y literatura. Antes, años 20, también había sido profesor de Gimnasia –y desempeñó el cargo de secretario– el doctor Juan Antonio Gaya Tovar. Por añadidura sus tres hijos Gaya Nuño: Juan Antonio (ayudante de Letras), Benito (de Griego) y Amparo (de Ciencias Naturales), que, además, al inicio de los años 80 del pasado siglo, fue su directora. Anoto que Juan Antonio Gaya Nuño se casó por lo civil, el 16 de julio de 1937, con Concha de Marco.
Para adentrarnos en el caso que nos ocupa, copio el texto de una tarjeta que dice: Asociación de Antiguos Alumnos del I.N.E.M. y SAAS invitan a Vd. y familia a la lectura que Concha de Marco hará de su libro “Acta de identificación” el día 11 de Marzo, en la Cátedra Antonio Machado, a las 20 horas. El acto será presentado por Víctor Pzancoyalba. Soria 1970.
Precisamente, el año anterior, 1969, Concha de Marco había publicado su tercer poemario, tras “Hora 0,5” (1966) y “Diario de la mañana” (1967). Se trataba de un amplio volumen –con un total de 57 poemas– dividido en tres partes: “Mujer de piedra”, “Estación de Metro” y “Dudresnaia Coralina”. De hecho, la viñeta de su portada puede interpretarse como el plano de Numancia, una red de metro o una célula biológica. En buena parte, recoge una poesía narrativa en la que se cuentan historias y hechos, dentro de la cual se describen realidades. Con predominio del verso libre. De testimonio y compromiso ético. Arrancando de sus propias raíces para moralizar con el corazón y el entendimiento convertido en palabras.
De verdadero “acontecimiento literario” fue calificado por Fidel Carazo Hernández en su crónica de “Soria Hogar y Pueblo”, del 13 de marzo de 1970. Conforme a lo anunciado, el recital fue presentado por el joven poeta Víctor Pzancoyalba (Víctor Pozanco Villalba, autor de “Soria Pura”) y estuvo cargado de mucha emoción en la lectura de los versos escogidos de “Acta de identificación”. “A Concha de Marco, mujer de exquisita y muy cultivada sensibilidad, se le inundaron muchas veces los ojos, a golpes de ternura, de afanes y de recuerdos. Vino a decirnos esto: “Mi madre me dio a luz riendo y se me murió dos años después llorando. ¡Pero qué yunque, Concha, te hizo Dios de aquella y de tantas otras orfandades que te machacaron después!”. La gozosa satisfacción se evidenció a lo largo de las dos horas que duró la velada y alcanzó su mayor intensidad durante la declamación de los poemas referidos a Numancia.
Por colofón, Antonio Ruiz Ruiz leyó a los asistentes el poema remitido para la ocasión a Concha de Marco, desde Méjico por el magistrado y amigo Mariano Granados Aguirre. Se titulaba “Soy un viejo y romántico soriano” (está reproducido en “Soria Hogar y Pueblo” de 24 de junio de 1970). En sus versos, el paisano y amigo exprimía sus recuerdos vividos, aludiendo a un supuesto cruce de calles entre aquella niña que iba cantando y él, ya viejo, que caminaba buscándose a sí mismo entre la niebla de sus orígenes castellanos.
Mas, no quedaba ahí la cosa, ya que en el mismo periódico y con idéntica fecha se plasmaba un escrito en prosa del susodicho con este titular en negrita: “De qué cuadrilla es Concha de Marco. Carta desde Méjico”. Aquí repasaba ahora Mariano Granados a cuantos conocía de su estancia en Soria con el apellido de Marco, descartando a unos cuantos para ir a dar, finalmente, con Godofredo de Marco y sus guapas hermanas. Hijos todos ellos de Elías de Marco y Concha Soria. Con casa abierta en la calle Numancia. La más pequeña era Concha de Marco Soria, que contrajo nupcias con el inspector de policía Mariano Gutiérrez Santamaría.
Y así es como Mariano Granados nos situaba a Concepción Gutiérrez de Marco en el registro civil. A la nueva –por renacida– Concha de Marco, la que rubricaba su poemario con ese título tan sugestivo: “Acta de identificación”. El libro que significaba para ella el retorno a su Ítaca de infancia, de la que se alejó cuando tan solo contaba cinco años.
Visto lo visto, queda patente la relación sentimental de nuestra poetisa Concha de Marco con el histórico Instituto de Soria (actual I.E.S. “Antonio Machado”). Para completar así el círculo trazado por la saga de los Gaya. Un hecho singular, sin duda, propiciado por el sortilegio de la literatura.
José María Martínez Laseca
(13 de diciembre de 2020)
No hay comentarios :
Publicar un comentario