Querido diario: ¿por qué la llaman austeridad si quieren decir empobrecimiento?. Manipulan la palabra. Austeridad implica no gastar más de lo necesario; pero, por desgracia, son muchos los compatriotas obligados a vivir con menos de lo preciso, pasando hambre. Analistas al uso dirán, sin inmutarse, que esta crisis galopante ha pinchado la burbuja del “vivir por encima de nuestras posibilidades”, por lo que, ahora, tras el despilfarro carnavalero, llegó la cuaresma: de ajo y agua. Cierto que hubo años de bonanza. Para unos pocos, más que para muchos, como es bien sabido. El paro va desbocado y la cifra alcanzada de 6.202.700 personas resulta dramática. La tan recomendada medicina amarga de la austeridad a ultranza está acabando con el paciente. Dicho de otro modo: el fármaco está matando al duende.
Rajoy, tan estricto, nos lleva a raya con la dieta impuesta, en su afán por cuadrar las cuentas. Corrigiendo el déficit público (más gastos que ingresos) y bajando la deuda de altísimos intereses. Con sus recortes de gastos a toda costa no está, precisamente, quitando la grasa superflua del gasto público improductivo, ni recortando privilegios; sino afectando al propio tejido productivo, a los servicios públicos y a la inversión en I+D+E+i+e garantes de futuro. ¿Todo a la baja, incluidas las pensiones, para garantizar la sostenibilidad del sistema? Ante semejante fracaso, se hace inevitable un cambio drástico en las políticas de desempleo, con un mayor énfasis en las políticas activas. Pretende tener más ingresos. Empero, su política fiscal recaudatoria -sobre las rentas del trabajo y no del capital o empresariales- está muy exprimida. Salvo Suiza y demás paraísos. También las exportaciones parecen haber tocado techo. España debe producir más y mejor, sí, para llenar el hueco dejado por la construcción. Y debe frenar el cierre de tantas empresas.
El Gobierno dice estar preocupado por la paz social. ¿Quién lo diría? No hay trabajo y el poco que les queda a los jóvenes es de escasa calidad. Además, con su contrarreforma del aborto y la de educación, provoca. Los españoles están desesperanzados. ¿Para cuándo va a darse una economía de las personas, por encima de la de los beneficios?
José María Martínez Laseca
(2 de mayo de 2013)
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