Sabido
es que el Cid (señor, en árabe) es una figura destacada en el proceso de
Reconquista de la península ibérica. Que existió realmente en el siglo XI, con
el nombre de Rodrigo Díaz (Vivar (Burgos), 1048?-Valencia, 1099). Fue el
infanzón castellano que llegó a dirigir su propia mesnada de fieles guerreros
de forma autónoma, sin depender de ningún rey. Se le apodaba el Campeador por
su destreza en las batallas campales. Y, como mercenario, ofreció sus servicios
profesionales al mejor postor, ya fuera este cristiano o moro. Conquistó por su
cuenta la ciudad de Valencia en 1094 y la custodió hasta su muerte,
reteniéndola después su esposa Jimena hasta 1102, en que volvió al dominio
musulmán.
Pero, su otra faceta más difundida es la
que construyó, pasados los cien años, la leyenda. La del “buen vasallo si
hubiese buen señor”. Del caballero voluntarioso y valiente, defensor de su
honra, buen esposo y buen padre de familia. (Elevándolo más tarde a la
categoría de héroe nacional. De la Castilla que hizo a España). Siempre los
hombres han necesitado de seres superiores en los que confiar. Y la figura del
Cid Campeador se vio agigantada para que sirviera de ejemplo. Propagándola. Así,
el “Cantar de mío Cid” sería una suerte
de arenga para que las gentes se implicaran en la cruzada contra los invasores.
Sabemos que el copista fue un tal Per Abbat, al que Timoteo Riaño ubicaba en Fresno
de Caracena. Y su principal estudioso, Ramón Menéndez Pidal, atribuyó su
autoría a dos juglares sorianos: el uno de Medinaceli y el otro de San Esteban
de Gormaz.
Ahora, el Cid se ha puesto de moda.
Por una parte, porque, tras “una vida azarosa”, el códice original del “Cantar
de mío Cid” (s. XIV) se exponía por primera vez al público, a primeros de
junio, en la Biblioteca Nacional. Y hasta el escritor Arturo Pérez Reverte se
ha metido en su piel para escribir su novela “Sidi”. Y por otra, que también
nos toca muy de cerca, porque Amazón Prime está rodando una serie para
televisión con el Campeador como protagonista. Una suerte de “Juego de tronos”.
Donde se potencian escenarios paisajísticos y monumentales de nuestra provincia
y que cuenta con muchos sorianos como extras. Así, vemos con Manuel Machado que:
“Por la terrible estepa castellana, / al destierro, con doce de los suyos / -polvo,
sudor y hierro- el Cid cabalga”. Ganando otra batalla, después de muerto.
José
María Martínez Laseca
(12
de septiembre de 2019)