domingo, 27 de abril de 2014

Gabo

Cuando muere un grande, como Gabriel García Márquez (Gabo), se produce un terremoto. Los “mass media” revelaron la última página de su biografía. Todo empezó en Aracataca (Colombia) el 6-3-1927. Al partir sus padres a Barranquilla, el niño Gabito quedó al cuidado de sus abuelos maternos. A su yaya Tranquiliana le oía las cosas más maravillosas como si fueran cotidianas. Cual las crónicas de Indias de los asombrados conquistadores. Allí empezó todo. Fermentó la semilla del realismo mágico, que fue echando raíces, hojas, alas. Con 19 años –estudiaba derecho–, le entró la calentura por el inicio de “La metamorfosis” de Kafka. “Eso sí me interesa”, dijo. Leer y escribir como respirar. Leía mucho. Con sus dos dedos índices tecleaba sin cesar las 27 letras de su máquina. Sabía lo que perseguía. Voluntad, disposición y ánimo para ser escritor no le faltaban. Si llegó al periodismo fue porque vio el cauce para contar historias. El reportaje también era un género literario, ya que ninguna ficción es totalmente inventada; todas son elaboraciones de experiencia.
Degustó la obra de Faulkner. Así pudo redescubrir cuanto llevaba dentro. Dominar la carpintería de la narrativa para tener estilo propio, a fin de hipnotizar al lector como cobra a su presa. Quiso recomponer el espejo roto de su memoria. Porque la literatura es la infancia al fin recuperada. Su mítico territorio de Macondo, donde transcurren “La hojarasca” (1955) y “Cien años de soledad” (1967), equivale a la Yoknapatawpha de Faulkner, a la Ítaca de Homero. Mostrar sus emociones y las de los demás. Claro es su compromiso de justicia, pues los estragos de la vida no son iguales para todos. Quiso, por eso, corregir este mundo imperfecto y lo tildaron de deicida. Como Cervantes supo que escribir novelas es un acto de rebelión contra la realidad.
Por eso y por ser “un curioso contador de historias” le otorgaron el Nobel en 1982. Lo suyo fue “Vivirla para contarla” en todo su recorrido poético. Pero esta mía es la “Crónica de una muerte anunciada”. Sucedió el 17-4-2014 en México. Algunos recordaban los felices nacimientos del actor de cine mudo –bigote, bastón y bombín– Charles Chaplin, hacía 125 años; y del dramaturgo universal W. Shakespeare, hacía ya 450. Entonces, Gabo tomo el tren a la eternidad. Gracias “jinete de jirafas” por renovar nuestra lengua común, que emputeció el franquismo. Por mirar diferente y enseñarnos a soñar leyéndote.
José María Martínez Laseca
(24 de abril de 2014)

sábado, 19 de abril de 2014

Elecciones europeas

El pasado sábado 12 de abril, el sol se abría paso por entre algunos nubarrones grises que barruntaban lluvia. Había mucha gente –ya se notaba el desembarco estudiantil por vacaciones de Semana Santa– agrupada a las puertas del bar “El Cielo”, en la céntrica plaza de Herradores. Como si pugnaran por acceder a tan reducido local. El ambiente asemejaba una especie de purgatorio (“pulgatorio” lo nombró alguien). Aunque en ese entretanto no se lo pasaban mal. Música a todo ritmo, “operación bocata” y una hinchada gritona del equipo de fútbol de la capital del Ebro –¡Zaragoza, sí; Agapito, no!–, que esa misma tarde se enfrentaba al Numancia. No nos vendría mal ese recurso humano para compensar nuestro declive demográfico. Además fueron gentes de Navarra y de Aragón las que repoblaron este suelo en la Edad Media.
Eran las 13,30 n. cuando yo entré al bar “El Cielo”. Dentro, los justos clientes habituales, y mis dos contertulios pegados a la barra. “Te he visto en una foto acompañando a la candidata nº 5 en la lista del PSOE para las Elecciones del 25 de mayo al Parlamento Europeo”, me espetó “El Chismoso” alzando en su mano el Diario de Soria. “No sé ni como acudes, cuando Mínguez y Rey, que lo acaparan todo, te vienen excluyendo. ¡Ni te pene, tal como está la política!”, añadió. No tardó “El Enterao”, junto a él, en sumarse a la charla. “A la vista de las últimas declaraciones del extesorero del PP, Luis Bárcenas, de la existencia de una Caja B también en las provincias, ¿habréis preguntado qué empresas realizaban donativos aquí en Soria y qué compensaciones recibieron por ello en la adjudicación de obras públicas?”, dijo.
“Supongo que algo habrán hecho al respecto, y ya sabéis que yo sostengo que la mancha de la política actual solo con una acción política más transparente y participativa se quita. Estas elecciones me interesan, porque Europa siempre ha sido espacio de paz, progreso, derechos y libertades, aunque ahora hayamos visto frustradas muchas de nuestras expectativas ante la gran conspiración urdida por poderes no políticos ni democráticos, sino movidos solo por intereses económicos y de mercado, como la TroiKa. No en balde, el 80% de las decisiones del Congreso de los Diputados son transposiciones de directivas europeas. Por eso nos jugamos mucho. Y gane quien gane, aquí tendrá consecuencias”, les dije yo cuando, por fin, me dejaron hablar.
José María Martínez Laseca
(17 de abril de 2004)

martes, 15 de abril de 2014

Va de educación

El otro día, al terminar mis clases en horario de mañana, dejé el viejo caserón del Instituto y, tras descender por la calle Aduana Vieja hacia El Collado, giré a mano derecha para encaminarme por Marqués de Vadillo hasta la plaza de Herradores, el primer arrabal surgido fuera de la muralla medieval. La ciudad actual modernizada en sus recrecidos edificios mengua en su población y no alcanza tan siquiera los 40.000 moradores. ¡Qué lejos de aquellos días de soberbia en que se pretendía el especulativo (a)salto urbanístico del Duero, soñando alcanzar nada menos que los 100.000 habitantes! Pese al lustre que le dieron sus tres tenores poetas, la tonalidad urbana mostraba un gris ceniciento. Entré al bar “El Cielo”, donde me esperaban impacientes mis dos colegas de parlamentos tabernarios. “Oye profe –me dijo raudo “El Chismoso”–: ¿te habrás enterado de la última entrega del informe PISA, que sitúa a los jóvenes españoles a la cola de OCDE en cuanto a la resolución de los problemas cotidianos?”
“Ni un solo segundo ha tardado en saltar a la palestra la secretaria de Estado de Educación Monserrat Gomendio (adjunta al ministro Wert) para extrapolar los datos y arrimar el ascua a su sardina. Por de pronto, os ha echado la culpa a los profesores. Dice que no enseñáis a los chicos a resolver problemas reales y que usáis un anticuado método memorístico. Así justifica mejor su reforma educativa, con los milagrosos efectos que va a tener la aprobación de la LOMCE”, añadió acto seguido “El Enterao”.
“Aquí no se hizo esa prueba, según el Consejero. No obstante, para mi este Gobierno carece de vergüenza al descalificar lo público. En su afán de privatizarlo todo busca anestesiar los ámbitos de educación y ciencia, pues sabe muy bien que son espacios de pensamiento crítico. Más le valdría dignificar al profesorado y retribuirle convenientemente, en lugar de descalificarlo y machacarlo. Apoyar la enseñanza pública es la única manera de asegurar una educación de calidad para todos e influir políticamente en compensar las desigualdades sociales. Pero el PP va por otros derroteros. La educación es responsabilidad de la tribu entera y una juventud sobreprotegida en el ámbito familiar adormece su pensamiento. La educación es el mejor espejo de nuestra realidad social”, me desahogué yo sobre el tema.
(A orillas del Duero / ya estará florido / de blanco, el viejo espino / de la melancolía.)
José María Martínez Laseca
(10 de abril de 2014)

viernes, 11 de abril de 2014

Mi adiós a Juan Ignacio de Blas

Este pasado martes 8 de abril, a los 80 años de edad, falleció en Madrid, donde residía, Juan Ignacio de Blas Guerrero. Paradójicamente, en pleno arranque de la siempre regeneradora primavera, que nos regala los primeros lirios a la orilla de los ríos y las primeras margaritas blancas por sus verdes praderas. Por eso a quienes lo conocíamos y lo apreciábamos nos ha recorrido tan triste noticia todo nuestro interior como si de un escalofrío del más crudo invierno se tratara.
Que muy bien, Juan Ignacio de Blas, podía presumir de vasco, puesto que había nacido en San Sebastian en 1934 y al mismo tiempo -puesto que era hijo de burgenses-, de soriano, como sabemos que así lo hacía. Y ambas señas de identidad originarias se advierten igualmente en sus inquietudes artísticas. En el primero de los casos por su afición al séptimo arte, dedicándose a la difusión del libro cinematográfico y a la realización fílmica. Lo advierten obras como “El Pastor Vasco” y “El niño bombero”, cuya acción discurre en su ciudad natal. Fue guionista y realizador de cortometrajes documentales como “San Sebastián” (1958) o “Inundaciones en Sevilla” (1962), entre otros. Pero, sin duda, resulta mucho más conocido como artista plástico –pintor y escultor- en el que las tierras de Soria ocupan un lugar significativo. Tal se refleja en algunas de sus exposiciones como “Tierras y Rollos de Soria” (1979), “Tierras y Símbolos Sorianos” (1981) y “Paisajes Sorianos” (1982). Con un sentido más global, mostrando sus inquietudes existenciales plasmó sus representativas series en torno a “El hombre alienado en busca de su libertad” (1974) y “La Contaminación en banco y negro” (1978). En la ermita de la Soledad de Calatañazor se pueden apreciar sus imágenes de “El Cristo Doliente” y “La Cruz de Calatañazor”.
Esa manifiesta inquietud también le llevó a su implicación en la actividad política. Perteneciente al PAD (Partido de Acción Democrática) de Francisco Fernández Ordóñez, ingresó en el PSOE, en 1983, tras la disolución de la UCD. Por el PSOE fue elegido Procurador de las Cortes de Castilla y León en representación de la provincia de Soria, desempeñando la presidencia de la Comisión de Cultura durante la presidencia de la Junta por el socialista Demetrio Madrid. También fue concejal del Ayuntamiento de El Burgo de Osma.
Cercana a la catedral de la Villa del Burgo, en la calle Joaquín Eleta, 2, está la que fue su habitual residencia soriana, convertida en la “Fundación De Blas-Villodres”. En esta casa-museo puede contemplarse una amplia y variada muestra artística agrupada en colecciones de carácter: arqueológico, etnográfico y de arte contemporáneo.
Yo guardo una imagen clara de Juan Ignacio de Blas, la que permanecerá imborrable en mi memoria. Lo veo alto y delgado, con la barba poblada y con un aire noble, cual un viejo hidalgo. Inseparable de su perenne compañera Lina Villodres. Descansa en paz, amigo. Y que la tierra te sea ligera, ahora que has retornado definitivamente junto a la cuna de las sombras y los trigos.
José María Martínez Laseca
(9 de abril de 2014)

domingo, 6 de abril de 2014

Entresijos

“¡Líbrenos Dios del día de las alabanzas!”, exclamaba “El Chismoso” en el instante en que yo entraba al bar “El Cielo”. Las tres pantallas de plasma del establecimiento emitían imágenes en color de los fastos mortuorios tributados a Adolfo Suárez, el primer presidente de nuestra democracia. Muchas expresiones sinceras de duelo por parte de ciudadanos anónimos, a las que también se sumaban oportunistas trajeados para chupar cámara a su costa. “Demasiado tarde. “A burro muerto, la cebada por el rabo”. Aquí ya se sabe, nada mejor que morirse para que todo lo que antes fueron afiladas lanzas de improperios e insultos, se conviertan en flores y lluevan elogiosos superlativos a méritos y virtudes que nunca se reconocieron en vida”, añadió “El Espabilao”. “Sobre todo por aquellos arribistas o “trepas” que entonces le ningunearon, despreciaron y, encima, le traicionaron (¡Al suelo, que vienen los nuestros!). Qué gran ironía del destino el que tanta adulación recaiga ahora sobre la memoria de quien, por desgracia, hacía un tiempo la perdió. Pero la sola memoria no es la historia”, puntualicé yo a mis dos colegas.
Pese a ser ya primavera, no acompañaba el buen clima en la plaza de Herradores y la clientela se apretujaba en el interior del bar “El Cielo”, que parecía una agencia de contactos. Yo le pedí al camarero un “Don Enrique”, que es el vino especial de la casa, para entrar en calor y continuar con la conversación que mantenía con mis dos colegas, la que no tardó en derivar por derroteros tocantes a los entresijos de nuestra ciudad. “¿Sabéis por qué al paseo del Espolón le llaman “El jorobado de Notre Soria”, nos interpeló “El Chismoso”. Y ante nuestro desconcierto remató acto seguido: “Porque lo que antes era una avenida amplia y diáfana, muestra ahora más jorobas que una caravana de dromedarios”, aludiendo a los cinco “búnkeres” de acceso al parking subterráneo. “Y eso que todavía queda por verse la sorpresita que nos guardan en cuanto a los accesos previstos en plena plaza de Mariano Granados”, se adhirió “El Espabilao”. “En esto de remodelar plazas no para este Ayuntamiento. Ahora le ha tocado a la del Vergel. ¡Cómo si no hubiera obras más urgentes por acometer!. Y aún nos dirán que el urbanismo carece de ideología, cuando se manifiesta claramente neoliberal”, sentencié yo. (¡Soria, paraíso: reserva de la biosfera!).
José María Martínez Laseca
(3 de abril de 2004)